Cómo abogar por mí misma me ayudó a luchar por mis derechos en la universidad
Aún recuerdo el gélido silencio después de sus palabras: “Eres una mentirosa”.
Mi profesor de trigonometría se estaba negando una vez más a proporcionarme adaptaciones para mi discapacidad de aprendizaje en matemáticas. Él no creía que necesitaba cosas como tiempo adicional en los exámenes. Había tratado de explicarle qué era la , cómo me afectaba y cómo las me ayudaban a aprender y a progresar. Pero él seguía negándose.
Desde su punto de vista, lo que yo necesitaba era más simple: “Solo tienes que ser positiva y cambiar tu actitud hacia las matemáticas”.
Su desconsideración por mi discalculia me removió toda la negatividad que en el pasado había sentido de mí misma. Todo lo que me había esforzado en cambiar. Había llorado tanto, batallado por años, perseverado a lo largo de muchas horas de tutoría y finalmente había creído en mí misma lo suficiente como para inscribirme en los cursos de matemáticas a nivel universitario. Y entonces ocurrió eso el verano pasado.
Acababa de terminar mi primer año en Arizona State University (ASU). Inscribí dos cursos de matemáticas en un colegio comunitario, álgebra y trigonometría. Necesitaba aprobar esos cursos para poder inscribir estadística en el otoño como parte de mi carrera de psicología en ASU.
Mientras en álgebra iba bien y no tenía complicaciones, estaba teniendo problemas con mi profesor de trigonometría. Una conversación con él por no haberme provisto adaptaciones para un examen fue la razón de que me llamara mentirosa frente a mis compañeros.
Pero me negué a darme por vencida. A lo largo de todos los años de bachillerato me animaron a que abogara por mis derechos. Fomentaron que participara en las reuniones de mi IEP para conocer mis capacidades y mis puntos débiles y defendiera mis derechos a recibir una educación igualitaria y productiva.
Mi maestra de me había ayudado a inscribirme en el centro de recursos para discapacitados (DRC, por sus siglas en inglés) de ASU. Incluso me acompañó a visitar el DRC. Resultó ser uno de mis lugares favoritos en el campus debido a la conexión y solidaridad que sentí con los otros estudiantes que asistían.
Los servicios y las adaptaciones para discapacidades habían sido de mucha ayuda en mi primer año en ASU. Me sentía preparada mental y académicamente para los cursos de verano de matemáticas en el colegio comunitario. Mis tutores y mentores estaban listos para ayudarme, y ASU había mandado la documentación al colegio comunitario para asegurar que allí también recibiera los servicios para discapacitados.
Cuando el profesor de trigonometría se negó a proporcionarme adaptaciones, me puse en contacto con la oficina de servicios para discapacitados del colegio comunitario. También hablé con el decano de estudiantes. Busqué y encontré en el colegio a las personas que estaban autorizadas y preparadas para intervenir cuando surgen problemas como este. Y el resultado final fue que el profesor tuvo que tomar el curso básico sobre discapacidades.
Terminé bien el curso. Pero mi experiencia me hizo pensar en los muchos estudiantes que podrían enfrentarse a una situación como la mía, pero sin tener el apoyo que yo tuve. Muchos estudiantes ni siquiera saben que existen servicios para discapacitados.
La experiencia también me ayudó a volverme aún más proactiva. Cuando empecé el curso de estadística este otoño en ASU, entregué a mi profesor y a su asistente docente una hoja informativa que yo había preparado acerca de la discalculia. Les dije que quería salir bien y lo dedicada que sería, y me ayudaron y fueron comprensivos.
A mediados de mi segundo año en ASU, lo que más sentí fue resiliencia. Pero yo sé lo que es que alguien que se supone debe apoyarte te haga sentir desmoralizada e inferior. También me siento bien de haber logrado aprender a defender mis derechos y mi educación sin importar cuál sea el obstáculo o la situación.
¿Quiere saber más de Savannah? Averigüe cómo maneja la ansiedad que le causa la discalculia. Y lea la historia de cómo superó su miedo al curso avanzado de estadística, y ¡lo aprobó!
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