Maneras en que manejo la ansiedad que me causa mi discapacidad del aprendizaje
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. La sensación de sentir a 20 estudiantes mirándome mientras estaba parada frente a la pizarra.
Podía escuchar a mis compañeros de clase murmurando entre ellos. Sabían la respuesta del problema de matemáticas que estaba escrito en la pizarra. Quizás yo también la sabía, pero no podía expresarla. Me quedé quieta, mi mente pensaba a toda velocidad mientras sujetaba el marcador con tanta fuerza que mis nudillos se pusieron blancos.
Después de esos momentos que me parecieron interminables, mi maestra finalmente me permitió sentarme, dejando sin contestar el problema de matemáticas y yo sintiéndome una fracasada. Esto ocurrió varias veces durante mis primeros años escolares. Siempre me causaba mucha ansiedad.
Tengo una discapacidad del aprendizaje llamada discalculia. No es una sorpresa que la ansiedad la empeore. Estar preocupada o temerosa de fracasar hace que aprender matemáticas sea aún más difícil de lo que ya es.
Sin embargo, con los años he podido controlar mejor mi ansiedad usando estrategias que aprendí. Fueron tan útiles que incluso las usé en la universidad. Estas son las estrategias que mejor me funcionaron. Tal vez también puedan ayudarlo a usted o a su hijo.
Estrategia #1: Detenerse y descansar la mente
Cuando me siento ansiosa, una de mis estrategias favoritas es simplemente tomar un breve descanso y descansar mi mente.
A veces me ponía tan ansiosa en la clase de matemáticas que estaba a punto de llorar. Cuando eso ocurría, cerraba mi cuaderno o dejaba a un lado mi tarea. Después, cerraba los ojos y me concentraba en mi respiración durante varios minutos. Eso me ayudaba a despejar mi mente y podía volver a enfocarme en mis deberes.
Estrategia #2: Dar un paseo
Cuando no es suficiente descansar estando sentada, a veces salgo a caminar.
En la clase de matemáticas me levantaba sin hacer ruido y me iba al pasillo. Caminaba y me movía un rato para intentar alejar mi ansiedad. Por supuesto, siempre le informaba con antelación a mi maestra de matemáticas para que supiera lo que estaba ocurriendo. Acordamos una seña que usaría cuando necesitara salir del salón.
Estrategia #3: Enfocarse en “los 3 positivos”
Otra herramienta que uso es algo que llamo “los 3 positivos”.
Cuando me siento ansiosa suelo tener pensamientos negativos sobre mí misma y mis habilidades. Mi mente me dice que no soy lo suficientemente buena o lo suficientemente inteligente o que nunca seré una buena estudiante.
Cuando esto sucede, escribo en una nota adhesiva o una hoja de papel tres cosas positivas sobre mí misma. Las leo a lo largo del día. Sé que suena trivial, pero me ayuda a recordarme que soy lista, trabajadora y capaz.
Estrategia #4: Dormir y comer bien
Ocuparme de lo básico me ayuda cuando me siento ansiosa. Por lo que siempre trato de dormir lo suficiente y comer un desayuno balanceado. También a lo largo del día como comidas ligeras para tener energía y estar de buen humor.
Estrategia #5: Comer un caramelo
Siempre llevo conmigo caramelos de menta. Cuando me siento ansiosa por algo, me como uno. Su sabor y aroma me ayudan a tranquilizarme. En clase me llamaban la “chica de la menta”.
Estrategia #6: Hablar con un amigo o maestro de confianza
Cuando me siento muy abrumada, también me ayuda hablar con un maestro o amigo de confianza. En bachillerato hablaba con mi maestra de educación especial, que siempre era agradable y muy paciente. Me recordaba las estrategias que me habían servido en el pasado. Además, tenía varios buenos amigos que me daban un abrazo cuando lo necesitaba.
Estrategia #7: Identificar la causa de la ansiedad
A lo largo de los años también ha sido importante identificar con precisión lo que me causa ansiedad. Levantar la mano en clase, resolver problemas frente a mis compañeros, presentar un examen, sé que esas cosas me causan ansiedad. Al identificar mis temores, he podido trabajar en ellos.
Estrategia #8: Saber cuándo es demasiado
Sin importar lo que haga, sé que no puedo eliminar todos mis sentimientos de ansiedad. Es por eso que algunas veces tengo que tomar distancia y decir que algo es demasiado para mí.
Recuerdo cuando me retiré del curso de álgebra en la universidad porque me estaba causando demasiado ansiedad. Sabía que necesitaba más ayuda con el material pero estaba sobrecargada con otros cursos. A pesar de que me entristecía retirarme, conocía mis límites y que tenía que cuidarme. No quería estar en una situación que me perjudicara.
Cuando te sientes ansioso por tener dificultades del aprendizaje, no se trata de darse por vencido. Se trata de encontrar un camino diferente. Terminé inscribiendo álgebra otra vez, pero cursando menos materias y estando mejor preparada mentalmente.