Estrategias para el TDAH que me ayudan en el trabajo
Hace varios años tenía un buen trabajo. Pero que era muy estricto en cuanto a tener que ir a la oficina. Al jefe le encantaba vernos allí y poder “pasar a visitarnos” cada vez que tenía una idea. Esto era una situación muy mala para mí y mi TDAH. Pero como a todos los demás les parecía bien, supuse que tenía algún tipo de deficiencia.
Un día nevó mucho. Ninguno de nosotros pudo ir a la oficina. Durante tres días no detesté mi trabajo. Trabajé con esmero, concentración y claridad. Escribí más de lo que nunca había escrito bajo las luces fluorescentes y con mi incómoda ropa de trabajo, siempre sintiéndome un poco ansiosa.
Después de eso, supe que lo de trabajar a distancia ya no era negociable para mí. No era floja. No era incapaz. Simplemente trabajaba mucho mejor cuando no me vigilaban ni me interrumpían. Y cuando podía controlar los ruidos, los olores y los estímulos de mi entorno.
He tenido la suerte de poder trabajar remotamente desde hace algún tiempo. He tenido diferentes trabajos. Y cada día hay más oportunidades de trabajar a distancia. Eso es una bendición para muchos de nosotros que tenemos TDAH. Nos ha permitido encontrar un equilibrio en las formas de manejar nuestra concentración y atención.
Por supuesto, trabajar de forma remota no está disponible (ni es deseable) para todos. Pero es posible que haya maneras de reducir los desencadenantes del TDAH en su entorno de trabajo, y sentir menos frustración, tensión e incomodidad.
Estas son algunas cosas extremadamente específicas que a mí me facilitan trabajar. Es posible que no todas le funcionen a usted. Pero espero que le den una idea de los pequeños cambios que puede hacer para evitar que el TDAH se interponga en su meta.
1. Notificaciones selectivas
Para aquellos de nosotros con posibilidades de atención limitadas, no hay nada peor que algo nos distraiga de manera inesperada. Me he facilitado el trabajo al limitar cómo, cuándo y por qué recibo notificaciones. Las he eliminado de casi todas las aplicaciones y lo único que vibra es una llamada telefónica o un recordatorio del calendario.
También suelo poner mi teléfono en modo “cine” (o como se llame) cuando sé que voy a hacer algo que requiere mucha atención. Lo que pasa con las notificaciones es que la mayoría de las veces no es necesario verlas de inmediato. Pueden esperar hasta que hayamos completado nuestra tarea, lo cual es mucho más probable que logremos hacer si no recibimos la notificación en primera instancia.
2. Descansos incorporados
Nada me ayuda más a realizar una tarea particularmente ardua que saber que, incluso si no la termino, puedo dejar de hacerla después de un período de tiempo relativamente breve. Cuando miro mi lista de tareas diarias (uso la aplicación de organización Todoist), establezco un orden específico para hacerlas. Cuando llego a lo que no quiero hacer, me doy un límite de tiempo, como “empieza y concéntrate en ello por completo hasta el mediodía. Después podrás levantarte, caminar y comer algo”.
Casi siempre es más un truco mental que real. Por lo general, termino por concentrarme en una tarea rápidamente una vez que comienzo. Luego, se me pasa la hora en la que me había propuesto parar. Pero saber que tengo la opción de tomar un descanso es una manera excelente de ayudar a mi cerebro a conectarse en una tarea a la vez.
3. Combinar recompensas con tareas
Todos tenemos quehaceres o tareas que detestamos. En el trabajo, la casa, donde sea. Las posponemos una y otra vez con la vana esperanza de que tal vez, si nunca descargamos el lavavajillas, todos los platos se derretirán, flotarán en el mar y no tendremos que hacerlo.
La única forma en que puedo hacer este tipo de tareas es combinarlas con una recompensa. Por ejemplo, descargo un podcast que quiero escuchar y lo guardo para cuando necesite realizar esa tarea. O veo programas de televisión sobre crímenes terribles de la vida real durante la jornada laboral, cada vez que hago cosas como responder correos electrónicos. Puede parecer una tontería, pero realmente me ayuda.
4. Fragancias
No estoy segura de la ciencia detrás de esto. Pero si elimino de la ecuación al menos dos sentidos que tienen el potencial de distraerme, me doy cuenta de que puedo calmar mi cerebro. Lo hago usando auriculares y a través de fragancias.
Cuando era adolescente y tenía poco más de 20 años, trabajaba principalmente en restaurantes y cafeterías. Todo me olía bien todo el tiempo. Pero si usaba la misma camisa para ir a clase al día siguiente o iba a mi práctica profesional con el pelo suelto, constantemente olía a mis otros trabajos. Era una gran distracción.
Los olores fuera de lugar realmente me desconciertan. Ahora que trabajo desde casa tengo mucho más control sobre las sensaciones físicas que experimento. A menudo enciendo una vela o me aplico una fragancia suave debajo de la camisa para sentirme totalmente cómoda.
Cualquiera que sea la información sensorial que dificulte la concentración, por lo general hay formas de minimizarla al menos a un nivel tolerable.
5. Beber mucha agua
Hace muchos años conocí a una mujer de unos 40 años con una piel espléndida. Le pregunté cuál era el secreto. Cuando me dijo que era “beber mucha agua”, salí corriendo y compré la botella más grande que pude encontrar.
Al día siguiente, me di cuenta de que beber mi peso en agua (en sentido figurado, por supuesto) también era beneficioso porque me permitía expresar mi energía reprimida y evitaba ataques de aburrimiento en el lugar de trabajo: mientras más agua bebía, más a menudo tenía que levantarme para ir al baño.
Uno de los mayores peligros del TDAH es el aburrimiento. Me puedo aburrir hasta el punto de sentirme somnolienta. Pero lo puedo solucionar manteniéndome bien hidratada. Tomar un sorbo de agua muy fría puede ayudar a que mi cerebro tenga algo nuevo en qué concentrarse y me garantiza que tendré que levantarme y caminar en algún momento.
El TDAH en el trabajo: Encuentre estrategias que le funcionen
Muchas más personas tienen ahora alguna opción y control sobre cómo trabajan. Mantener a raya el caos del TDAH es principalmente un ejercicio para descubrir qué es lo que no le gusta y luego eliminarlo o reducirlo tanto como sea posible.
A veces es tan fácil como ponerse los auriculares. Otras veces, puede que requiera una conversación incómoda. ("Julieta, de verdad necesito que respetes la nota que puse en mi calendario: Horas de trabajo — No molestar").
Pero sean cuales sean, los cambios específicos que realice para su propia comodidad y capacidad son válidos, importantes y dignos de respeto.
Conozca acerca del vínculo entre el TDAH y la sobrecarga sensorial.