Síndrome del impostor en el trabajo: Cómo dejé de sentirme una farsante
“No soy lo suficientemente buena”. “Me van a descubrir”. “Esto no es perfecto ¿Qué sentido tiene intentarlo?”. “No merezco ser exitosa”.
¿Qué tienen en común todas estas afirmaciones? Son cosas que solía decirme antes de ir al trabajo, mientras estaba allí y de regreso a casa: el clásico discurso del síndrome del impostor. Probablemente usted también ha tenido pensamientos como estos si está conflictuada con el síndrome del impostor.
He tenido una carrera exitosa como maestra y más recientemente como capacitadora académica y propietaria de un negocio. Pero eso no me ha impedido sentirme como una impostora.
Solía pensar que era solo “un problema mío”. Ahora sé que el síndrome del impostor es muy común, especialmente en personas que son perfeccionistas y que tienen diferencias en la manera de aprender y de pensar como el TDAH, entre las que me incluyo.
He aprendido estrategias para ayudarme a mí y a otros a enfrentar estos sentimientos cuando aparecen. Pero necesitaba entender qué estaba ocurriendo para poder conseguirlo.
Cómo me hacía sentir el síndrome del impostor en el trabajo
Cuando mi síndrome del impostor empezó a empeorar, me sentí muy sola. Pensaba que era la única persona que se sentía de esta manera. Así que, en lugar de pedir ayuda y hablar de cómo me sentía, interioricé mis sentimientos. Los escondí en lo profundo de mi conciencia.
Sin embargo, esto empeoró las cosas. Mis dudas aumentaron. Para compensarlo, me fijé expectativas imposibles para ocultar mis inseguridades y las deficiencias que percibía. Esto provocó un agotamiento crónico y una sensación de agobio.
Por aquel entonces, empecé un nuevo empleo que me encantaba. Mi síndrome del impostor aumentó aún más. Me sentía paranoica, siempre preocupada de que mis compañeros descubrieran que “no era lo suficientemente buena”. Empecé a creer cosas sobre mí que no eran ciertas.
Como resultado, me empequeñecía y evitaba asumir riesgos. Me parecía más seguro seguir las reglas del juego en el trabajo y evitar cualquier posible conflicto o confrontación.
Síndrome del impostor y TDAH
Por mucho que las personas me dijeran que era inteligente, motivada y dedicada, nunca me percibía de esa manera. Al menos, no hasta que entendí de dónde procedía mi síndrome del impostor.
El síndrome del impostor no surge de la nada. Está profundamente arraigado en todo tipo de factores, incluidas las diferencias en la manera de aprender y pensar. Las personas con diferencias como el TDAH, suelen experimentar una baja autoestima y un sentimiento de incompetencia. A menudo somos nosotros mismos nuestros críticos más severos.
Como muchas personas con TDAH, tengo emociones y reacciones intensas ante las cosas y me obsesiono con ellas. Un pequeño error, real o imaginario, puede convertirse en mi mente en una catástrofe.
Todo tiene sentido. Soy una persona con TDAH y soy perfeccionista. Así que, por supuesto, tengo el síndrome del impostor. Darle un nombre es lo que me ayudó a darme cuenta de que NO soy una farsante. Mi autoestima no está ligada a la producción de mi trabajo. Y por mucho que lo intente, no puedo controlar cómo me perciben los demás.
Mientras hablaba con otras personas con TDAH e investigaba por mi cuenta, las cosas empezaron a encajar. Poco a poco me he ido alejando de la paralizante idea de creer que estoy haciendo trampa. He desaprendido hábitos y formas de pensar que claramente ya no me sirven.
Cómo hacer frente al síndrome del impostor
¿De vez en cuando sigo sintiéndome como una impostora? Sí, por supuesto que sí. Pero aquí está el truco: Ahora sé que no hay nada malo conmigo.
Puede que tenga diferentes conexiones cerebrales o formas de pensar y hacer las cosas en el trabajo, pero eso no me hace menos que nadie. Soy valiosa. Y tengo permitido cometer errores, como todos los demás.
¿Mi consejo? Adopte una mentalidad de crecimiento. Pida ayuda. Tenga siempre presente que usted vale. Recuerde que no está solo, estoy con usted. Por encima de todo, no somos impostores. Somos seres humanos que hacemos lo mejor que podemos. Y eso es más que suficiente.
¿Cree que el TDAH podría estar contribuyendo a su síndrome del impostor? Consulte los siguientes recursos para ver si se siente identificada.