Cómo la regla del codo ayudó a que mi hijo aprendiera lo que es el espacio personal
Mi historia
Soy madre de tres hijos. Mi segundo hijo, Jacob, está por cumplir 13 años. Aunque le gusta ser sociable, muy a menudo se acerca demasiado a las personas y puede hacerlas sentir incómodas.
Qué estaba haciendo
Al principio pensamos que la razón por la cual se paraba muy cerca era porque no entendía cómo actuar en situaciones sociales. Por lo que mi esposo y yo intentamos enseñarle la regla social sobre el espacio personal.
Intentamos explicársela:
“El espacio personal es el área cercana al cuerpo de una persona. Las personas se incomodan cuando entras a su espacio personal”.
Intentamos hacer analogías:
“Imagínala como una ‘burbuja personal’ y que una persona se encuentra dentro de ella”.
Intentamos sonar molestos. (No es difícil cuando estás un poco molesto):
“Me acabas de dar un codazo en el estómago cuando te volteaste. ¿Cómo es que eso no es demasiado cerca?”.
Pero nada de eso funcionó. Él seguía parándose muy cerca de las otras personas.
Lo que me hubiera gustado saber antes
Para ser honesta, tener a alguien en mi espacio personal me saca de quicio. No me gusta. Me irrita.
Necesito más espacio personal que lo que otras personas necesitan. Creo que se debe a mis dificultades del procesamiento sensorial. Dificultades sensoriales que mi hijo también tiene. Él puede ser sensible a ruidos fuertes o a la textura de algunas cosas.
Después me di cuenta que sus dificultades del procesamiento sensorial podían afectar su conciencia corporal. Ahí fue cuando comprendí: ¡Jacob había entendido la regla social sobre el espacio personal. Sin embargo, no siempre podía saber la posición de su cuerpo en relación con las otras personas!
¿La solución? Averiguar una manera de ayudarlo a saber cuándo separarse más. Por lo que le enseñamos la regla del “codo” o del “ala de pollo”:
“Si tu codo toca a una persona cuando colocas tus brazos como las alas de un pollo, entonces estás parado demasiado cerca de esa persona”.
Esta sencilla regla funcionó mucho mejor que cualquier explicación. También lo ayudó a que mejorara su conciencia corporal.
Al principio, Jacob se veía un poco chistoso caminando con sus alas de pollo. Pero con el tiempo refinó su técnica. Ahora parece más como si se estuviera estirando que como si intentara volar.
En ocasiones, incluso, lo escucho que juega a la “mamá gallina” con su hermano menor y le dice, “¡estás demasiado cerca de mí! Utiliza la regla del ala de pollo”.
¿Está buscando otras maneras de ayudar a que su hijo no se pare demasiado cerca de los otros? Eche un vistazo a estos consejos sobre cómo enseñar a su hijo sobre el espacio personal. También puede que le interese leer sobre cómo el procesamiento sensorial puede afectar las habilidades motoras.
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