Ella es solo una soñadora
Esta mañana no podía encontrar mis llaves. Las había puesto (creía) en el lugar de siempre, pero cuando fui a buscarlas no aparecían por ningún lado. Esto es común. Tengo ADHD y perder cosas es parte de mi vida diaria.
Crecer
Desde edad temprana era claro que yo no hacía las cosas como los demás niños. Era creativa y me fascinaba leer, pero lloraba cuando tenía que hacer la tarea. Mi ensoñación perpetua se traducía en que con frecuencia no escuchaba las instrucciones ni me enteraba de las tareas asignadas.
A medida que crecía, la escuela se hacía más difícil. Todavía me gustaba aprender pero comencé a temer llegar allí cada mañana. Me sentía como si siempre estuviera metida en problemas. En la casa, con regularidad perdía las tareas que me asignaban en la escuela, los lápices, los zapatos, las chaquetas y hasta la mochila.
“¡Es como si tus cosas se evaporaran!”, mi madre me dijo exasperada.
“Ella es solo una soñadora”
Mis padres me llevaron a un psicólogo que dijo, “las niñas no tienen ”. Les dijo que no se preocuparan. “Ella no es hiperactiva es solo una soñadora. Va a estar bien”. Estaba equivocado. Las niñas tienen ADHD y yo no estaba bien.
En aquella época, la mayoría de la gente, como mi psicólogo, pensaba que el ADHD era un trastorno de los chicos jóvenes. Ahora sabemos que, definitivamente, las chicas tienen ADHD pero nuestros síntomas pueden ser más sutiles. Puede que seamos menos hiperactivas y alborotadoras, por lo que es más fácil pasar desapercibidas y no ser diagnosticadas hasta que somos mayores, si acaso.
En la escuela media, mi autoestima comenzó a desmoronarse. Me esforzaba por mantenerme a flote académicamente. Y, a medida que mis amigos sobresalían, yo me quedaba más y más rezagada.
“Tú eres muy inteligente, ¿por qué no te aplicas?” era un estribillo constante. Cada vez que lo escuchaba, se me hacía un nudo en la garganta porque sabía que ellos no creían que me estaba esforzando todo lo que podía y aún así no funcionaba. ¿Si era tan inteligente por qué estaba fracasando?
Durante el bachillerato me di por vencida. Traté de fingir que no era importante tener éxito porque no quería que la gente supiera cuánto me importaba hacerlo bien.
Cuando las cosas se aclararon
Finalmente, cuando tenía 21 años, luego de tanto tiempo de no saber por qué ciertas cosas eran tan difíciles para mi, fui evaluada y diagnosticada con ADHD del tipo predominante inatento. De repente, todo se aclaró. Yo no era tonta, ni inservible, ni perezosa. Tan solo hacía las cosas de manera diferente. Por años he tratado de encajar en un molde que, simplemente, no estaba hecho para mí.
Mi diagnóstico ayudó a que me aceptara como era. Entender mi ADHD me proporcionó las herramientas que necesitaba para reconstruir la confianza en mi misma. Aprendí a defenderme y a dejar de sentirme avergonzada por necesitar ayuda adicional. Lenta pero segura, desarrollé habilidades y herramientas que me ayudaron a manejar mis dificultades con la organización. Fui a la universidad y comencé a sobresalir académicamente.
Cuando tenía 15 años, recuerdo que pensaba que sería un milagro si lograba terminar el bachillerato. El año pasado me gradué Summa Cum Laude en mi maestría en consejería.
Si hoy en día me preguntan cómo me siento teniendo ADHD diría que estoy orgullosa de quién soy, pero requirió información, comprensión y aceptación llegar aquí. Tengo estrategias para manejar mi ADHD. Mis llaves de casa puede que no estén donde creo que están, pero tengo copias qué se dónde están y estoy lista para salir de casa contenta de comenzar un nuevo día.
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