Las habilidades del funcionamiento ejecutivo: Pueden ser frías o calientes
Todos sabemos que es mucho más difícil pensar las cosas en un momento de acaloramiento o cuando estamos frustrados o enojados. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué está sucediendo en nuestro cerebro? Para comprender por qué los niños (y los adultos) toman decisiones de manera diferente dependiendo de la importancia de lo que está en juego, es útil conocer sobre las habilidades del funcionamiento ejecutivo calientes y frías.
Las funciones ejecutivas calientes se refieren a las habilidades de autocontrol que utilizamos en situaciones donde las emociones están a flor de piel. Las funciones ejecutivas frías se refieren a las habilidades que utilizamos cuando las emociones no son realmente un factor a considerar.
Posiblemente usted sepa por experiencia lo difícil que puede ser resistir la tentación o permanecer atento a una actividad aburrida. También puede ser difícil eliminar un hábito antiguo o no reaccionar con enojo durante una discusión acalorada.
Todos estos son ejemplos de autorregulación deliberada. Requieren un esfuerzo consciente para lograrlo. Eran más difíciles de lograr cuando era niño, y podían ser bastante frustrantes cuando era adolescente. Todavía siguen siendo un reto para mí como adulto en ocasiones.
Siempre me han fascinado las habilidades ejecutivas necesarias para poder hacer este tipo de esfuerzos. Como científico, he estudiado cómo el cerebro desarrolla estas habilidades. Mi investigación también estudia cómo las emociones y otros factores pueden afectar la manera en que utilizamos tres habilidades básicas del funcionamiento ejecutivo:
Flexibilidad cognitiva: Pensar de manera flexible sobre algo, incluyendo ver las cosas desde otro punto de vista.
Memoria funcional: Retener información en la mente y utilizarla, como cuando sumamos mentalmente dos números.
Control inhibitorio: Detener las reacciones impulsivas y resistir la distracción.
Cuando un investigador o un médico quiere evaluar las habilidades del funcionamiento ejecutivo, generalmente lo hacen en situaciones en las que no hay nada importante en juego. Por eso las llaman habilidades ejecutivas “frías”. Por ejemplo, en una prueba de memoria funcional que es utilizada ampliamente, se les pide a los niños que recuerden una lista de números y que luego los digan en orden inverso, del último al primero.
Sin duda, es una prueba difícil. Pero no es demasiado emocional.
¿Qué ocurre en nuestros cerebros cuando hay más en juego? Utilizamos las habilidades ejecutivas “calientes” para ayudarnos a controlar nuestras reacciones emocionales. Habilidades como el pensamiento flexible también nos ayudan a descubrir cómo abordar (o evitar) las cosas que realmente nos importan.
Los laboratorios como el mío utilizan escáneres cerebrales para observar las diferentes vías que utiliza el cerebro cuando lo que está en juego es importante o cuando no lo es. Las habilidades ejecutivas calientes y frías dependen de partes del cerebro que están relacionadas de manera estrecha. Suelen funcionar juntas para permitirnos resolver problemas, alcanzar una meta y aprender de manera eficiente. El cerebro puede cambiar de una a la otra rápidamente.
La prueba del marshmallow con una modificación
Ángela Prencipe y yo realizamos un estudio con niños pequeños que ilustra la diferencia entre las habilidades ejecutivas frías y calientes. Para ello, revisamos la famosa prueba del marshmallow y le hicimos una modificación.
En nuestro estudio, niños de 3 años se sentaron en una mesa pequeña con Ángela, una estudiante de doctorado que les pedía que la ayudaran a resolver un problema: Ángela puede comerse un caramelo ahora o, si espera hasta que terminen de jugar, puede comerse cuatro caramelos. ¿Qué debería hacer Ángela?
La mayoría de los niños le dijeron a Ángela que debía esperar y recibir más caramelos luego. Una sabia elección. Sin embargo, cuando se les dio la misma opción a los niños de 3 años (¿quieres comer un caramelo ahora o cuatro caramelos más tarde?), en general eligieron comer un caramelo ahora.
Los niños de 3 años dieron un buen consejo a otros cuando utilizaban funciones ejecutivas frías (decidir por Ángela). Pero no siguieron ese buen consejo ellos mismos cuando entró en juego una función ejecutiva caliente (decidir para ellos). Cedieron a la tentación.
Suele ser más fácil pensar de manera objetiva cuando se trata de la decisión que debe tomar un extraño, que cuando se trata de la nuestra. Eso se debe a que no nos afectan de manera personal las consecuencias de la decisión de esa persona. Podemos estar tranquilos .
Las habilidades ejecutivas frías nos permiten pensar de manera más objetiva en nuestras decisiones importantes. Estas habilidades nos pueden ayudar a resistir la tentación en beneficio de una meta más importante.
Conocer las habilidades ejecutivas frías y calientes nos ayuda a comprender ese fenómeno. Los niños necesitan un cierto nivel de habilidades ejecutivas frías para considerar las alternativas de Ángela (más luego versus menos ahora) y decidir esperar para obtener una recompensa mayor. Pueden imaginar fácilmente que ella pronto se sentirá más feliz teniendo más. La mayoría de los niños de 3 años ya tienen esas habilidades.
No obstante, cuando estos niños deciden para ellos mismos, no solo tienen que considerar la misma información (más luego versus menos ahora), sino que además tienen que resistir la tentación (¡caramelo ahora!). Este es un reto demasiado grande para la mayoría de los niños de 3 años. Sus habilidades ejecutivas calientes no pueden manejarlo. Por lo general, optan por la gratificación inmediata.
Se pueden observar diferencias similares entre las habilidades ejecutivas frías y calientes en niños mayores. Piense en los adolescentes y las decisiones arriesgadas. Un contexto emocional como la presión de los compañeros ayuda a explicar por qué algunos adolescentes deciden beber y conducir aun cuando saben que no deberían.
Como científico, me interesan estas situaciones. Pero también me interesan como padre. ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a tomar buenas decisiones?
Ayudar a los niños a mejorar las habilidades de la funciones ejecutivas frías y calientes
Desarrollar estrategias con antelación puede ser de ayuda. Los juegos de roles pueden ayudar a los niños a prepararse para situaciones estresantes. Practicar qué hacer o decir podría facilitar que nuestros hijos tomen la decisión que esperamos que tomen.
Tanto las habilidades ejecutivas calientes como las frías se pueden mejorar con la práctica. Una manera de ayudar a practicar esas habilidades es al reducir las exigencias que ponemos en el funcionamiento ejecutivo de los niños pequeños, de manera que la tarea sea difícil, pero no demasiado difícil. Esto puede ser tan sencillo como dar una instrucción a la vez. O eliminar las distracciones atractivas para que los niños no tengan que esforzarse mucho para permanecer atentos.
Los padres pueden ofrecer oportunidades a los niños para que practiquen y desarrollen sus habilidades ejecutivas en situaciones que puedan manejar. Esto les permite poner en práctica sus habilidades de manera exitosa.
A medida que las habilidades ejecutivas de los niños mejoran con la práctica, se puede aumentar el desafío. Esto ayudará a fortalecer esas habilidades aún más. De esta manera, los padres pueden ayudar a los niños a adquirir habilidades de autorregulación de manera intencional. Estas habilidades calientes y frías los ayudarán a resolver una gran variedad de problemas, desde tener un buen desempeño escolar hasta tomar decisiones inteligentes como adolescentes.